lunes, 29 de abril de 2013

CANNOLI RELLENOS DE CHOCOLATE BLANCO Y RICOTTA


El "cannolo", en plural "cannoli", es un dulce típico de Sicilia de donde procede, en concreto de la zona de Palermo. Desde tiempo inmemorial está considerado como un dulce típico de carnaval, aunque actualmente se come durante todo el año.

Al principio se elaboraban para obsequiar en esos días de Carnaval, posiblemente como un símbolo de fertilidad. Se cree también en la región que, lo mismo que la Cassata, es herencia de la permanencia de los árabes en la isla.

Es tan popular en Sicilia que casi todas las pastelerías tienen bandejas llenas de cannoli a la venta.



También es muy popular en la cocina italiana en América. Allí hay numerosas versiones y adaptaciones de la receta original, debido a que los italianos que emigraron en los primeros años del siglo XX se encontraron con ciertas limitaciones a la hora de conseguir algunos ingredientes.

Consisten en una masa enrollada en forma de tubo y rellena con queso ricotta y otros ingredientes y aromatizantes. Originariamente la pasta se enrollaba alrededor de un trozo de caña y se freía con ella. Después se rellenaba. De ahí (caña en italiano es "canna") el nombre. Actualmente utilizamos unos prácticos tubos de repostería que facilitan enormemente la labor.

Algunas veces el queso ricotta se sustituye por mascarpone, aunque no es lo más habitual. Y se suele poner algún ingrediente en los extremos: mermelada, frutos secos...


En cuanto al tamaño, es muy variable y va desde los "cannulichi", no más grandes que un dedo, hasta proporciones más grandes: de 15 a 20 cm con un diámetro de 4 ó 5 cm.

Los cannoli se mencionan en la película "El Padrino". Y lo hace Clemenza, que es requerido por su mujer para que le traiga por encargo unos de una pastelería. Durante el viaje se comete un asesinato y, tras haberlo cometido antes de volver con su mujer, le dice al asesino: "Leave the gun. Take the cannoli" (Deja el arma, coge los cannoli).

Y en "El Padrino III" Connie asesina a Don Altobello con un cannoli envenenado.

También se nombran varias veces en "Los Soprano" donde sus personajes son italo-americanos, herederos de la cultura gastronómica de Italia.

                                      

Para elaborar estos cannoli hemos utilizado pasta "wonton", unas placas muy finas hechas con harina de trigo, agua y sal, que se utilizan mucho en la cocina china. La verdad es que facilitan muchísimo la elaboración de la receta.

Vamos con ella.

INGREDIENTES: para unos 15 ó 16 cannoli

- un paquete de pasta china (wonton)
- 250 ml de nata para montar
- 140 gr de chocolate blanco
- 75 gr de ricotta
- unas gotas de esencia de vainilla
- 1 huevo para pincelar
- azúcar glass para espolvorear
- mermelada o frutos secos para los extremos


ELABORACIÓN:

La noche anterior a la elaboración de la receta calentamos la nata y, cuando comience a hervir, le echamos el chocolate blanco troceado. Removemos bien hasta que se disuelva y consigamos una especie de salsa de chocolate ligera.
Guardamos en la nevera.

Al día siguiente elaboramos los cannoli: pintamos con huevo batido las dos puntas opuestas de la placa de pasta china y las unimos enrollándolas alrededor de un tubo de repostería. Freímos en abundante aceite caliente (nosotras utilizamos girasol) cuidando que no se arrebaten porque se hacen enseguida. En cuanto estén ligeramente dorados, se van sacando de la sartén y se ponen a escurrir en un plato sobre papel absorbente.

A continuación, y una vez que ya no están tan calientes y se pueden manipular (es cuestión de 2 ó 3 minutos), vamos sacándolos de los tubos, girándolos con cuidado.


Sacamos de la nevera la mezcla de nata y chocolate y la montamos con unas varillas hasta que quede una crema espesita y consistente. Después añadimos la ricotta, y la esencia de vainilla; mezclamos bien otra vez y metemos todo en una manga pastelera.
Si no tenemos manga, nos arreglamos con una bolsa de plástico.

Vamos rellenando los cannoli que ya estarán fríos. Y decoramos los extremos con mermelada o frutos secos en trocitos. Nosotros utilizamos una maravillosa mermelada de higos que trajimos del Jerte.

Por último, espolvoreamos con azúcar glass.


Es conveniente rellenarlos en el último momento: el cannolo queda muy crujiente pero con el paso del tiempo, y más si está en contacto con algo húmedo (en este caso el relleno), va perdiendo ese puntito crujiente y se apelmaza enseguida.


Así que ya sabéis: hacer y comer rápido.

Que los disfrutéis.

Con esta receta participamos en el sorteo de Esmeralda del blog Recelandia.                                  
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Por último, queremos compartir unas fotografías que hemos hecho estos días y que demuestran que, aunque tarde, la primavera se va asentando por el norte..., al fin.




Esperamos que os gusten.

viernes, 26 de abril de 2013

JORNADAS GASTRONÓMICAS EN EL MERCADO DE LA RIBERA II


Continuando con el programa de actividades promocionales del Mercado de La Ribera para este año 2013, el viernes 19 de Abril tuvo lugar otra jornada gastronómica, dedicada esta vez a los pescados, concretamente al pescado azul.

Después de destacar sus bondades desde el punto de vista nutritivo y de la salud, los cocineros de la Escuela de Hostelería de Artxanda pasaron a elaborar varias recetas cuyo ingrediente fundamental fueron las anchoas.


La carne de la anchoa tiene un sabor fuerte y aromático, es muy rica en proteínas (de alto valor biológico) y grasas: de hecho, contiene un 12% de grasa saludable (omega 3). Apenas contiene hidratos de carbono, pero es una fuente importante de hierro, sodio, potasio, fósforo, calcio, magnesio y vitaminas liposolubles A y D.

Cabe destacar que, cuando la anchoa se consume entera, sobre todo en conserva, se aprovecha el calcio que contienen sus espinas. De hecho, la cantidad de calcio que aportan 100 gramos de este pescado es similar a la de un vaso de leche.

Así pues, las anchoas constituyen un alimento de gran calidad: disminuyen el colesterol nocivo y los triglicéridos y evitan la agregación de plaquetas a las paredes de arterias y venas. De ahí su papel destacado en la prevención de enfermedades cardiovasculares: aumentan la fluidez de la sangre, lo que previene la formación de trombos o coágulos.

           

La anchoa, junto con la merluza, es el principal alimento relacionado con la alergia por anisakis, según los últimos estudios realizados por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica. Este parásito se localiza en las vísceras del pescado y pasa al músculo del pez cuando muere.

El anisakis se ingiere cuando se toma pescado crudo o poco cocinado, por lo que las semiconservas de anchoas y los boquerones consumidos crudos, macerados en ajo, aceite y vinagre, constituyen un foco potencial de esta infección. De ahí que los cocineros comentasen que, para evitar ese problema, es conveniente congelar el pescado entre 24 y 48 horas.

Una vez descongelado, se colocan las anchoas en un bol con vinagre y se dejan, como máximo, 40 minutos o 1 hora, hasta que blanqueen. Luego se escurren bien, se salan y se cubren con aceite de oliva, ajo y perejil picaditos.


Como curiosidad diremos que, tanto el aceite como el vinagre y la sal utilizados, provienen de nuestra propia comunidad: aceite de la Rioja Alavesa, vinagre de vino de Orduña y sal líquida de las Salinas de Añana.

Este método también podemos aplicarlo a otros pescados azules: verdel, bonito, chicharro...


A continuación elaboraron un pastel de anchoas con tomate concassé: sobre una base de hojaldre (horneada con peso encima para que no suba) de unos 10 x 10 cm., se coloca un sofrito de tomate en trocitos (concassé), cebolleta, ajo y las hierbas aromáticas que más nos gusten (perejil, orégano, romero, albahaca); y encima del sofrito, las anchoas marinadas, una salsa vinagreta y un poquito de aceite de perejil.


Después hicieron un plato muy sencillo: unos boquerones ligeramente pasados por harina y fritos, acompañados de una piperrada y aros de cebolla fritos.
Los aros de cebolla pueden proceder de cebollas rojas de Zalla, con lo que la calidad del plato aumenta considerablemente.


Para finalizar, elaboraron unas anchoas rellenas de piperrada. Primero se les quita la cabeza, tripas y espina a las anchoas y se abren (como si fuésemos a rebozarlas). Sobre una de ellas se pone un poco de piperrada (aunque el relleno puede variar: jamón, queso...) y se tapa con la otra. A continuación se pasan por harina y huevo batido y se fríen con cuidado para que no se salga el relleno.

Se acompañan con salsa de chipirón y vizcaína y unas verduritas al vapor o en tempura.

Una vez más, hemos asistido a una jornada muy instructiva en la que seguimos aprendiendo muchas cosas referentes a los distintos alimentos, modo de prepararlos, trucos, ideas, etc.


Esperamos que os guste y os parezca interesante. Nos vemos en la próxima.

lunes, 22 de abril de 2013

BAGELS, para "Bake The World"


Este mes en Bake The World, nos han retado a preparar  bagels, es la primera vez que participamos y lo hacemos con mucha ilusión.

¿Qué es un  bagel?
Es un pan redondo, con un agujero en el centro, elaborado con ingredientes muy sencillos como son harina, agua, sal, levadura, azúcar o malta.

El lugar de nacimiento de este pan judío es probablemente Polonia. Una historia popular cuenta que el bagel fue producido originariamente en tributo a Jan Sobieski, rey de Polonia en el Siglo XVII, después salvó a Austria de las invasiones turcas, aunque ésto es sólo una historia, según Maria Balinska, autora de "The Bagel: The Surprising History of a Mosdest bread" (el bagel: la increíble historia de un pan modesto).

El origen de la palabra "bagel" es en realidad poco claro, pero muchos expertos acuerdan, según esta autora, que viene de Yiddish "beiguen" que significa "doblar".

Los bagels fueron llevados a Estados Unidos por inmigrantes judíos polacos a mediados del Siglo XX desarrollando un negocio muy próspero en Nueva York.


La particularidad de este pan es que su masa es hervida y posteriormente horneada, esta forma de cocción es la que aporta al bagel su sabor, una textura masticable y un aspecto maravilloso.
Hemos optado por espolvorearlos con semillas de lino y de sésamo.


Nosotras hemos realizado una adaptación de la receta de El aprendiz de panadero de Peter Reinhart.
La versión genuina del bagel neoyorkino incluye entre sus ingredientes, malta, en lugar de azúcar.

Vamos con la receta.

INGREDIENTES : (12 unidades)

- 500 gr. de harina de fuerza
- 300 ml. de agua
- 5 gr. de levadura seca de panadero o 15 gr. de levadura fresca
- 1 cucharadita de sal
- 1 cucharadita de azúcar
- semillas de sésamo, de lino, de amapola... (opcional)


ELABORACIÓN:

En primer lugar en un bol, mezclamos todos los ingredientes hasta obtener una masa homogénea, si necesitamos más agua se puede añadir un poco más.
Amasamos durante 10 minutos.
Dejamos fermentar a temperatura ambiente, una hora aproximadamente hasta que veamos que ha doblado su volumen.

Dividimos la masa en porciones de unos 50 gr., para darles forma, haremos una bola con cada una de las porciones realizándolas un orificio en el centro con los dedos que iremos abriendo suavemente a la vez que vamos girando la masa.

Ponemos los bagels sobre papel de horno tapándolos con un paño para que leven durante 30-60 minutos.

Colocamos en el fuego una olla con agua y llevamos a ebullición.
Sumergimos los panecillos en agua hirviendo durante un minuto, les damos la vuelta y dejamos otro minuto más, se hincharán y flotarán.

Los sacamos y rebozaremos una de las caras con las semillas.

Horneamos a 200º durante 25 minutos.

Dejamos enfriar sobre una rejilla.



La textura de estos bagels es muy particular, ligeramente crujiente.
Son muy tiernos y con una miga "chiclosa" pero suave.


Estos panes se pueden comer solos o cortados al medio y con una infinidad de rellenos, con todo lo que se nos pueda ocurrir, queso crema, salmón, ensaladas, sin olvidarnos de los dulces queso y membrillo, mermeladas...

La combinación  más famosa: con queso tipo philadelphia y salmón ahumado, resultan deliciosos.


Que los disfrutéis.

viernes, 19 de abril de 2013

BOLLOS DE LECHE


El bollo suizo es un bollo tipo brioche elaborado en las pastelerías madrileñas. El nombre originario dado a este tipo de bollo madrileño es el de "bollo de leche" y se servía como desayuno y merienda habitualmente en los cafés de finales del siglo XIX en Madrid. 


La oferta tan exitosa que se hacía de él en el Café Suizo (cafetería que le dio su nombre, ya cerrada), hizo que al principio se les denominase "bollos del suizo" y finalmente simplemente como «suizos». Su elaboración fue muy popular a comienzos del siglo XX, cuando se introdujo en la repostería española la conocida como levadura francesa, denominada así por ser procedente de la factoría francesa de Singer.



Se trata de un bollo simple que suele estar en lo más barato de un menú de repostería española. Es fácil encontrarlo en las pastelerías y cafeterías de España y es habitual tomarlo como desayuno. 

Sabemos que elaborar cualquier tipo de masa de bollería no es tarea fácil: necesita mimo, dedicación y mucha dosis de paciencia, pero es tan gratificante cuando nos salen tiernitos...



Esta receta que hemos elaborado es ideal para que os iniciéis en este maravilloso mundo de las masas. Os dejamos dos versiones: para hacer con panificadora o amasado manual.

En esta ocasión, nosotras hemos utilizado esta maquinita. Es la primera vez que la probamos para hacer masas dulces; decidimos indagar en sus instrucciones y... voilà!, entre otras recetas estaba ésta.

INGREDIENTES

-100 gr. de azúcar
-100 gr. mantequilla a temperatura ambiente
-125 ml de leche templada
-12 gr. de levadura de panadería (hemos utilizado seca)
-3 huevos
-500 gr. de harina de fuerza
-1 huevo batido para pincelar
-azúcar humedecida con unas gotas de agua





ELABORACIÓN

Con panificadora:


Vertemos la levadura de panadería en los 125 ml de leche y mezclamos bien.
Añadimos los ingredientes a la panificadora  en este orden: 
la leche con la levadura, los huevos, mantequilla, azúcar y, por último, la harina.

Programamos la panificadora en amasado y levado. Cuando termine, inmediatamente la pasamos a un bol y dejamos reposar unos minutos.

Entonces vamos formando bolas con la masa, de 50 gr. más o menos y las depositamos en una bandeja de horno forrada con papel de hornear, tapamos y dejamos levar en un sitio templado hasta que vuelvan a doblar el volumen.

Cuando hayan levado, pintamos la parte de arriba con la yema de huevo y le añadimos generosamente azúcar humedecida con unas gotas de agua. Introducimos en el  horno precalentado a 180º, los primeros cinco minutos a 220º y los seis restantes a 200º. 


En cuanto estén dorados los sacamos y dejamos enfriar en una rejilla.



Método tradicional:

Mezclamos la mantequilla con el azúcar. Por otro lado, echamos la levadura en la leche y removemos. Integramos todo: los huevos, la mantequilla con el azúcar y la levadura con la leche y mezclamos bien.


En un bol echamos la harina de fuerza y la unimos bien con la mezcla anterior hasta obtener una masa, que trabajaremos con las manos, sin miedo, hasta que veamos que ya no está pegajosa y que se puede manejar perfectamente.
La cubrimos con un paño y dejamos que leve hasta que doble su tamaño.

A partir de aquí, seguimos los mismos pasos que dimos al hacerlos con la panificadora: hacemos bolas de masa de 50 gr, dejamos levar hasta doblar el volumen, pintamos con yema de huevo y azúcar y al horno a 180º, los primeros cinco minutos a 220º y los seis restantes a 200º como hemos explicado antes. En cuanto estén dorados los sacamos y dejamos enfriar en una rejilla.



Estos bollos son muy ricos y naturales porque contienen pocas grasas y poco azúcar. 

Si los queréis más sabrosos podéis abrirlos y rellenarlos con nata, crema de mantequilla, nutella, etc., o bien mojarlos en la leche del desayuno. 

Como veréis tienen muchas posibilidades, incluso para una cena rápida con jamón y queso o vegetal...


Que los disfrutéis.

lunes, 15 de abril de 2013

"MOUHALABIEH", FLAN LIBANÉS AL AROMA DE AZAHAR


Hoy vamos con una receta de origen libanés. Se trata de un flan, aunque a veces lo denominan "natillas", pero la textura no es la de las natillas. Es de color blanco: sus ingredientes principales son leche, azúcar, un poco de nata (no lleva huevos) y algo de maizena. Y lo que le da el toque oriental: va perfumado con agua de azahar, aunque algunas versiones llevan agua de rosas.

Es un postre sencillísimo de hacer, como suele ser habitual en nuestro blog. El resultado final es fantástico: ahora que se acerca el buen tiempo y el calorcito, apetece finalizar la comida con un postre refrescante. Y éste, sin duda, lo es.

Flor de azahar

Tiene un sabor muy delicado y perfumado, y no resulta empalagoso; aunque, como siempre, depende de cada uno: al que le guste más dulce le puede añadir un poco más de azúcar.

Su textura también es muy suave y agradable y, combinado con los pistachos picaditos que lleva por encima, resulta tremendamente apetecible.

Se puede servir acompañado de una ensalada de frutas picadas: fresas, naranja, cerezas, melocotones... Es así como resulta tan refrescante. Y como final de una comida picante y especiada, aporta su dulzor y suavidad.


Una variante del mouhalabieh es el que lleva agua de rosas, como hemos comentado antes, en lugar de agua de azahar para perfumarlo; o el que, en lugar de pistachos lleva otro fruto seco: nueces, avellanas, etc.

Por eso, cada uno puede versionarlo como más le guste.

Así que vamos con la receta.

INGREDIENTES

- 1/2 litro de leche
- 90 gr. de azúcar
- 70 gr. de maizena
- 4 cucharaditas de agua de azahar
- 100 ml. de nata líquida
- pistachos en trocitos


ELABORACIÓN:

Primero calentamos la leche y le añadimos el azúcar. Cuando veamos que está disuelto, incorporamos la maizena y mezclamos bien para que no se hagan grumos. Removemos hasta conseguir que espese.

A continuación añadimos el agua de azahar y la nata. Mantenemos a fuego suave durante unos 2 minutos, removiendo constantemente para que no se pegue.

Apartamos del fuego y dejamos enfriar un poco. Repartimos la mezcla en copas, vasos o boles de cristal y metemos al frigorífico hasta el momento de servir.

Una vez fuera de la nevera, decoramos con los pistachos troceados. De todos modos, se puede dejar preparado con antelación y ponerle los pistachos justo en el momento de servir.


Puede servir de postre después de comer pero acompañando un té o un café resulta igualmente delicioso.

Una última sugerencia: al que le guste la miel, le puede echar un chorrito sobre los pistachos, y si es miel de azahar, mejor que mejor. Para que no resulte demasiado empalagoso, en este caso rebajaremos la cantidad de azúcar.


Esperamos que os guste y os animéis a hacerlo.

viernes, 12 de abril de 2013

ESCAPADA A CÓRDOBA Y... PASTEL CORDOBÉS


Esta última Semana Santa hemos tenido oportunidad de visitar la ciudad de Córdoba. También hemos recorrido otros lugares que serán "objeto" de entrada más adelante.

Córdoba refleja hoy en día muy claramente el protagonismo que tuvo en el pasado: todas las culturas que aquí se asentaron dejaron huella; tanto la romana como la árabe, la judía o la cristiana, dejando un patrimonio histórico artístico excepcional.


La muestra más evidente de la cultura romana, entre otras muchas, es el puente sobre el Guadalquivir, construido en la época del emperador Augusto.


Posteriormente, en el siglo VIII se construye la Mezquita, el símbolo por excelencia de la cultura y el arte árabes, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.


La Córdoba judía se asienta cerca de la Mezquita, especialmente a lo largo de la calle Judíos donde se encuentra la Sinagoga. Fue construida en 1315 y ha sido declarada Bien de Interés Cultural.

No podemos olvidar la maravillosa catedral o la infinidad de iglesias "fernandinas" llamadas así por ser erigidas por orden de Fernando III El Santo tras la conquista de la ciudad en el siglo XIII.


Córdoba es, además, una ciudad de plazas: blancas y místicas como Capuchinos, o literarias como la del Potro, entre las muchísimas que jalonan la parte vieja especialmente.


Y de callejas estrechas, coquetas, exquisitas, como la de Las Flores, llena de luz y macetas de geranios.


Y por último, los patios. Repartidos por toda la ciudad histórica, suponen una tradición única en el mundo. Y recorrerlos, especialmente ahora en primavera, entre el aroma de la flor de azahar de los naranjos y el jazmín, es una experiencia única.


Nos dejamos mucho por describir aquí, pero es mejor que el futuro visitante descubra por sí mismo la gran cantidad de rincones, obras de arte o experiencias gastronómicas que esconde una ciudad tan evocadora como Córdoba.


Y hablando de experiencias gastronómicas: hemos probado algunos platos representativos de la cocina tradicional cordobesa: salmorejo, rabo de toro, berenjenas califales, buñuelos sefardíes...

De todos ellos, nos gustó especialmente por su sabor y por la sencillez de su elaboración, el Pastel cordobés. Es un pastel tradicional de la cocina cordobesa que se hace con hojaldre y cabello de ángel y, en ocasiones, jamón serrano en trocitos (aunque nosotras lo hemos hecho sin jamón). Parece que fue inventado a comienzos del siglo XX por dos confiteras de una pastelería cordobesa. Suele servirse con un vino dulce: un Pedro Ximenez por ejemplo le va muy bien.

Y aquí está la receta.

PASTEL CORDOBÉS


INGREDIENTES:

- 2 planchas de hojaldre (circulares a poder ser)
- un bote de cabello de ángel (unos 300 gr.)
- una yema de huevo para pincelar
- azúcar y canela para espolvorear


ELABORACIÓN:

Precalentamos el horno a 200º. Mientras tanto, ponemos una de las planchas sobre papel de hornear. Sobre ella vamos extendiendo el cabello de ángel, dejando un borde de unos 2 ó 3 cm. Lo pincelamos con agua y colocamos encima la otra plancha de hojaldre.

Apretamos bien los bordes y hacemos un trenzado para que quede bien sellado. Pinchamos con una brocheta toda la superficie y metemos al horno 20 ó 25 minutos o hasta que la superficie esté dorada.


Sacamos del horno, pincelamos con la yema de huevo y espolvoreamos con azúcar y canela.

Volvemos a meter al horno durante unos 5 minutos. Dejamos enfriar sobre una rejilla y servimos con vino dulce.

Sencillísimo y exquisito: qué más se puede pedir.


Que lo disfrutéis.

martes, 9 de abril de 2013

BIZCOCHOS DE SABOYA CON AROMA DE LIMÓN


De los bizcochos Savoiardi o soletillas, como nosotros los llamamos y cuyo significado es "galleta saboyana", sabemos que surgieron por primera vez a finales del siglo XV, en el Ducado de Saboya con motivo de la visita del rey de Francia.

La particularidad que tienen es que la masa no lleva nada de grasa ni levadura; por lo tanto son de lo más digestivos. Y resultan ligeros y muy esponjosos. En parte es debido a que las claras de huevo se han montado a punto de nieve para incorporar la mayor cantidad de aire posible. Esta masa se denomina "génoise".




Admiten muchas variantes, a la hora de aromatizarlos. Nosotras lo hemos hecho con limón, pero perfectamente podemos añadirle aroma de naranja, azúcar avainillado o incluso agua de azahar. En Argentina, Uruguay o Paraguay se perfuman con esencia de vainilla.



Vamos con la receta.

INGREDIENTES: ( Para un molde de 20 cm. con hueco en el centro)

- 4 huevos
- 160 gr. de azúcar
- 100 gr. de harina
- 35 gr. de maicena
- una pizca de sal
- azúcar glass
- 1 limón


ELABORACIÓN:

Precalentamos el horno a 180ºC.
Rallamos finamente la cáscara de un limón. Batimos las yemas de huevo con 130 gr. de azúcar hasta que la mezcla se vuelva blanquecina. Incorporamos la cascara de limón y la harina tamizada con la maicena.

Montamos las claras a punto de nieve con la sal y, cuando estén a medio montar, incorporamos los 30 gr. de azúcar restantes (no tienen que quedarnos demasiado firmes, pero sí suaves y untuosas).
Incorporamos una tercera parte de las claras a punto de nieve con el batidor y el resto muy delicadamente con una espátula.

Por último, vertemos la masa en el molde untado previamente con mantequilla. Bajamos la temperatura a 160º C y horneamos 35 minutos.
Esperamos 20 minutos antes de desmoldar el bizcocho para que conserve su forma.
Espolvorear con azúcar glass antes de servir.




Quedan muy ligeros, esponjosos y empapan rápidamente. De hecho absorben muy fácilmente los líquidos sin deformarse por lo que son ideales para mojar. En España se consumen con chocolate o café, tradicionalmente.
"Acompañados de un vaso de leche son perfectos", decía siempre el Duque.



Que los disfrutéis.